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lunes, 23 de enero de 2012

Un atacante y un ojeador (10 noviembre 2011)


El famoso, esperado y único debate entre los líderes del PP, Mariano Rajoy, y del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, emitido por la Academia de la Televisión dio mucho que hablar a todo el espectador.

Uno de los casos a destacar es el repetitivo Señor Rodríguez... digo Pérez Rubalcaba" que pronunció Rajoy en dos ocasiones. Hay quienes piensan que fue intencionado, como asegura el PP, y otro que creen que fue una equivocación de bulto, como es el caso del PSOE. Según mi opinión, pienso que no hay que ser muy listo para saber que fue claramente intencionado, simplemente fue un truco de equivocar el nombre del oponente para identificarlo con el actual presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Aquellos que crean que fue un fallo sin intencionar, están claramente equivocados, pues sería muy torpe cometer el mismo fallo “tan tonto” varias veces. Lo que Rajoy quiso provocar con esta táctica de confusión a breve, hace que la gente pueda ver a un Zapatero en el interior del candidato socialista.

Durante el debate vimos a Mariano Rajoy con papel en mano constantemente ya que está hecho un ojeador nato, pues fueron pocas  las veces que le vimos hablar más de tres minutos sin echar un vistazo a sus papeles. Comparando las ojeadas de los dos candidatos a sus apuntes, diferenciamos a un claro ganador: el líder Popular puesto que acudió a sus hojas 12 veces más que su rival.

Rubalcaba no dejó de generar preguntas a Rajoy, quién  las esquivaba dado que el candidato socialista formulaba las mismas preguntas pero con diferentes términos. En un momento dado, el candidato socialista le recriminó a Rajoy que no contestara a sus preguntas sencillamente porque la respuesta “no está en sus fichas”.

Por otro lado, el objetivo que tenía el candidato socialista se vio muy claro, este propósito no era más que romper la estrategia que tenía Rajoy en estos últimos años. Es por esto por lo que Rubalcaba no dejó de atacar a su rival, sobre manera en el tema de la Sanidad y Educación, echándole en cara al líder Popular que “con ustedes la sanidad y la educación pública no está garantizada”. ¿Qué otra cosa podría hacer? si hasta él mismo sabe que le resultará muy difícil, por no decir imposible, ganar las próximas elecciones del 20-N. Es por esto por lo que habló de su rival cómo si diese por hecho que va a ganar las elecciones: “le voy a decir lo que va a hacer usted, usted va a rebajar el seguro del desempleo”. Con esto Rubalcaba trató de demostrar a los espectadores que el líder del PP tiene un programa oculto.

En un momento dado, el candidato socialista le mencionó a Rajoy que él también conocía los pueblos de España, que es diputado de Cádiz, ciudad que le recomendó visitar a su rival. En su respuesta, Mariano Rajoy afirmó que él mismo conocía Cádiz y sus pueblos, “en concreto 44” de los cuales empezó a enumerar dónde incluía “Cazalla y Constantina”, el problema es que ambos pueblos son  pertenecientes a Sevilla.  ¿De verdad es necesario citar lugares para hacerse el culto y no saber con certeza dónde se encuentran? Aquí no acaba este asunto geográfico, puesto que Rubalcaba, que tanto presumía de Cádiz, fue incapaz de corregir al líder popular en su fallo territorial.

En cuanto a un tema no político, cabe destacar las magníficas capas de maquillaje que llevaban los dos candidatos a la presidencia del Gobierno. Había momentos del debate en los que el telespectador era incapaz de dejar pasar desapercibido mirarles el maquillaje tan destacado y llamativo de ambos políticos, incluyendo al presentador del debate, Manuel Campo Vidal.

En último lugar, quisiera mencionar la falta de respeto que tuvo el líder socialista, pues interrumpió varias veces a su contrincante cuando era su turno, quién le tranquilizó: “Déjeme hablar.  No le van tan mal el debate, no se ponga nervioso". En una ocasión tuvo que intervenir el presentador del debate, quien mandó callar Rubalcaba e insistiendo que era el turno de Rajoy. En un último lugar, el presentador Manuel Campo en un intento de poner fin al debate le resultó imposible despedirse dado que Rubalcaba no dejaba de hablar y atacar a su rival,incluso habiendo sido mandado callar.



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