…Cuando mi corazón me pide que estés junto a mí, cuando una
lágrima recorre todo mi rostro pensando en ti., cuando gozo de esperanza por un
recibimiento con uno de tus besos rozando mi mejilla, recordándome en aquellos
días de invierno lo fría que se hallaba mi nariz, cuando en lugar de recibirnos
con besos nos recibías con canciones y serenatas, cuando pretendo verte reposado
con tu baraja de cartas., te admiro por haber conseguido crear una gran rama
familiar. Pretendo no llorar, pero me resulta difícil olvidar aquél rostro
soñador y risueño, siempre con sentido del humor. Si un deseo pudiese
concederme, no me lo pensaría dos veces, reclamaría volver a besar tú rugosa
pero admirable cara, completándolo con uno de tus abrazos y una de tus risas. Por otro lado has de saber que en cierto modo te envidiamos, pues eres el gran ejemplo a seguir.
Mis
recuerdos se remontan años atrás cuando era apenas una niña con toda una
familia formada. Recuerdo bien los despertares de aquellos años, cuándo las
muchachas acudíamos llenas de alegría a tu tálamo, confiando en una de tus caricias,
tenías la certeza de que no partiríamos hasta que cada una de nosotras lo hubiese
recibido. En mi momento de llegada a tu hogar, te hiciste con mi cariño y con
el de todos los demás. Fuiste una persona muy importante para mí, pues no sólo
eras el corazón de una gran familia, sino que figuraste como un padre, a pesar
de esconder tu severidad hacia tus seis muchachos. Sé que mi deseo será inútil
de conceder, por lo único que pido es volverte a ver en un futuro próximo
y no tan lejano, pues tu rostro jamás olvidaré y segura estoy de que ese
ansiado cariño se me otorgará tarde o temprano, pues ¿no es cierto que los
sueños se cumplen?
En especial te anhelo por tu gran sentido del humor, tu
alegría y simpatía, tu cariño y tu amistad, por todo lo que me diste, y por lo
que nunca me dejarás de dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario