‘Los menores’,
un tema delicado que afecta a toda la sociedad, y sino que se lo digan a Emilio
Calatayud, juez de menores de Granada desde 1988, quien acudió al Centro
Universitario Villanueva para hablar sobre esta cuestión que está en boca de
todos, y más ahora, que nuestro país va evolucionando y no sólo a nivel
tecnológico.
Calatayud destaca en su manera de
juzgar a los jóvenes ya que lo hace desde un punto de vista propio, partiendo
de que es padre y ciudadano. Su fin es
buscar condenas acordes a los delitos cometidos, puesto que sólo el 80% de los menores que cometen
delitos no son delincuentes. Todas las edades intermedias plantean
problemas todos los días, y para Emilio todos somos responsables, pero en
primer lugar se encuentra la célula madre de la sociedad, que en su opinión, es
la familia. Esto se debe a que en la
mayoría de los juicios que él ha tenido “la
mayoría de las veces el problema son
los padres”, puesto que con la llegada de la transición, según el andaluz,
hemos pasado a ser amigos de nuestros hijos y eso es un gran problema para su
educación, pues el principal deber
de los niños es obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo el mismo techo.
Y es que en este país no tenemos término medio, ya que suena irónico pensar que
en el único momento en el que valoramos a nuestros padres es cuando somos
padres. Emilio se atrevió a dar consejos para criar un hijo delincuente, ahora
bien, ese es trabajo de los padres, tanto a nivel económico, social, escolar y,
sobre todo, familiar.
“Lo que ha pasado en este país es que no se habla del otro lado, no ha interesado hablar de derechos”, este es el principal problema que
argumenta Calatayud en su encuentro con los alumnos de Comunicación. Para el juez, la ventaja que tiene la
democracia es que las Cortes hacen las leyes y los jueces las aplican. Dos
normas y problemas que surgen en la sociedad joven son por un lado, el ‘botellón’, quien el juez insiste en que
es una droga y está prohibida consumirla por los menores de 18 años. Para el
juez, resulta vergonzoso que seamos el primer país que consuma alcohol, pues “no lo exportamos, porque nos lo bebemos
todo”, afirma entre risas el magistrado. Por otro lado, encontramos el Internet, que Emilio lo describe como
una droga de la tecnología que si les
castigas sin ello, les da el mono. Insiste en que hay que tener especial
cuidado con las grabaciones y tentar a subirlo a las redes sociales, pues “no es un problema de agresión, sino de
drogadicción”.
“Vamos a ser honestos. En España, ¿cuál de los presos está 20 años en
prisión?”. Con esto
el juez quiso recordar que la ley en nuestro país no es tan agresiva como lo es
en otros países, pero conforme envejecemos, el tiempo va creciendo, y para un
niño le pasará más lento la estancia en la cárcel que para un adulto. Es por
esto, por lo que “la ley del menor no es tan blanda como se dice”. No quiso
olvidar de mencionar lo cruel que es la cárcel, porque aquello no es la gloria
por ser menores los que estén entre rejas, es más, en sus 24 años de profesión
en los que ha condenado a 98 violaciones, 33 asesinatos y a más de 16.000
jóvenes, afirma que lo único que se escucha por las noches en los centros de
internamiento son “llantos de niños. No voces de violadores, ni de asesinos”.
Finalmente, Calatayud quiso hacer
mención de lo importante que es utilizar
el mismo lenguaje, pues para ponerse de acuerdo es necesario hablar el
mismo idioma, porque “cuando yo hablo de
un joven mayor de edad me refiero a alguien que supere los 18 años, mientras
que los médicos se refieren a los 12 o 13 años que es hasta dónde llega la
pediatría”.
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