La posesión de un bien, así es como define la Real Academia
Española a la felicidad. Dicha satisfacción es difícil de explicar, pues para cada persona
tiene un significado u otro. Ahora bien, ¿quién no desea ser feliz? Hay quienes
opinan que para ser feliz tienen que haber formado una buena y bonita familia,
pero también hay quienes creen que es el dinero quien da la felicidad. Yo en
cambio, soy de la clase de personas que piensan que la felicidad está dentro de
uno mismo. Nuestra felicidad no depende
de que nos toque la lotería, o de que todo sea fácil en nuestra vida, sino que
se trata de una cuestión de actitud ante las circunstancias y sobre todo, de
una semilla que se debe regar día sí y día también.
El historiador José María García León a
la hora de valorar lo que fueron las Cortes de Cádiz recalca que tiene una
vinculación muy cercana con el periodismo, pues gracias a ellas se produjo el
nacimiento del moderno periodismo político. “Los diarios proliferaron de manera
increíble y fueron muy activos, por el decreto de libertad de imprenta,
aprobado el 10 de noviembre de 1810. Si uno los lee, puede ver las crónicas de
las sesiones y seguir lo que pasaba de manera muy pormenorizada. Fuimos la
élite del periodismo mundial”.
CELEBRANDO LOS 200 AÑOS de aquella
Constitución tan importante me hace pensar en aquel derecho a la felicidad el
cual se fue velozmente, pero no por ello significa que ahora los ciudadanos no
tengamos derecho a ser felices, no. Sino que lo triste es que uno de los
derechos más bonitos de la historia de España se haya echado a perder y que
haya durado dos escasos años. El problema de que esta Constitución no tuviese
tanto arraigo en nuestro país se debe por la gran preocupación de echar a los
franceses, la guerra. También hay que añadir, dice José María García León, que
por aquel entonces, con un 90% de analfabetos y sin burguesía media, era
difícil que se pudiese esparcir y asimilar las ideas de la Pepa.
¿No sería un verdadero lujo optar con el
artículo XIII en nuestra actual Constitución? Algunos países como Brasil han
discutido la posibilidad de incluir una enmienda a su actual Constitución de
1988, para poder añadir la búsqueda de la felicidad como un derecho social
esencial. Otros países como Corea del Sur y Japón, la felicidad está consagrada
en sus constituciones como un derecho inherente a cada individuo y la sociedad.
Este artículo de la Constitución de la
Pepa, tuvo la influencia de diversos países y de sus documentos constituciones.
Así pues, unos años antes, el producto jurídico más importante de la revolución
Francesa de 1789 fue la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, la
cual se aprobó el 26 de agosto de ese mismo año. En su preámbulo alude también
a la felicidad como objeto del Gobierno de la Nación: “Los representantes del pueblo francés constituidos en Asamblea Nacional
(…) han resuelto exponer en una Declaración solemne los derechos naturales,
inalienables y sagrados del Hombre; (…) para que las reclamaciones de los
Ciudadanos, al ser dirigidas por principios sencillos e incontestables, puedan
tender siempre a mantener la Constitución y la felicidad de todos”
A su vez, este texto también tuvo una
influencia del primer artículo de la Declaración de Derechos de Virginia de
1776, prefacio de la actual Constitución de Estados Unidos. Uno de los textos
emblemáticos del constitucionalismo universal de dicha declaración proclama: “Todos los hombres son igualmente libres e
independientes;(…)a saber, el goce de la vida y de la libertad con los medios
de adquirir y poseer la propiedad y perseguir y obtener la felicidad y la
seguridad”.
Otras de las influencias que dicha Constitución tuvo en
cuenta fue el tercer párrafo de la Declaración de la Independencia de los
Estados Unidos de América, firmada el 4 de julio de 1776 expone: “Consideramos que las siguientes verdades
son evidentes: I. Que todos los
hombres son creados iguales. II. Que
les han sido otorgados por su Creador ciertos derechos inalienables, entre
ellos: la vida; la libertad; y la búsqueda de la felicidad”. A diferencia
de la Pepa, esta declaración, advierte que no es que tengan Derecho a ser
felices, sino que tienen derecho a buscar la felicidad. Ahora bien, ¿ser feliz
es justicia?.
YA LO DECÍA PLATÓN, “sólo el justo es feliz y desdichado el injusto” pues para
él la justicia se identifica con la felicidad. Según el filósofo, en algunos casos, el justo
puede ser infeliz y el injusto feliz. Sin embargo, cree que es preciso que los
ciudadanos sometidos a la ley piense que sólo es feliz el justo. Por esto Platón justifica el mentir
del Estado cuando garantiza la obediencia de la ley y acepta que para el
Gobierno la justicia, es decir, lo legal, se encuentre por encima de la verdad.
Hay casos en los que resultaría difícil estimar la escala de valores, un
ejemplo es la decisión no tan simple de un esclavo por la preferencia de la
vida o la libertad.
Así pues, el orden social será
considerado justo cuando reglen la conducta de los hombres de modo que todos
queden satisfechos y logren la felicidad. Por todo ello, no puede existir un
orden social justo que garantice la felicidad de todos, ya que generalmente la
felicidad de uno modificará la felicidad de otro, pues el ser feliz es
contagioso.
LA FELICIDAD VA MÁS ALLÁ de la
justicia, y es que el slogan de una de las marcas más famosas del mundo Coca-Cola
es, nada más y nada menos que ‘felicidad’. El pasado 8 y 9 de abril se celebró
en Madrid el II Congreso Internacional de la Felicidad Coca-Cola. Uno de los
más apasionados de la ciencia en nuestro país es sin duda Eduardo Punset, quien
dirigió dicho congreso. Para Punset, la felicidad es ‘la ausencia del miedo’.
Grandes y curiosos datos han salido a la
luz tras el I Congreso de Felicidad Coca-Cola que se celebró en el 2010. Entre
ellos se destacan los más curiosos: nueve de las primeras diez naciones más
felices están en Latinoamérica, el país más feliz del planeta es Costa Rica. En
cuanto al posicionamiento de España se encuentra en el puesto número 76. Aún
así, el 85% de los niños españoles se consideran felices y hace que se sitúen
en un segundo puesto a nivel mundial. La felicidad también condiciona a la
economía dado que estudios afirman que el 97% de los españoles creen que si
fuesen felices rendirían más en el trabajo.
RETOMANDO LA CONSTITUCIÓN DE 1812, muchos son los que piensan que hemos perdido una
oportunidad de oro al celebrar como es debido el bicentenario de la que fue
¡Nuestra primera Constitución! No ha sido suficiente con lo que la actual
alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez ha intentado hacer por rememorar a las
Cortes de Cádiz. La alcaldesa cree que esta conmemoración es más de Estado que
de ciudad. Al igual que ella piensa el historiador García León, quién se atreve
a decir que “nos han dejado muy solos, pues no es una fiesta local, sino que va
más allá, pues ni el Ministerio de Cultura se ha implicado como debería de
haber hecho, ni la Academia de Historia.” Además, se queja de no haber
realizado ningún tipo de documental o película emitido por televisión, haciendo
referencia al gran aniversario de La Pepa.
Al margen de los problemas, siempre nos
quedará el magnífico artículo XIII de la Constitución de 1882: ““el objeto del Gobierno es la felicidad de
la nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el
bienestar de los individuos que la componen”.
Este bicentenario sirve para recordar lo
que fuimos y pudimos haber sido. Que me digan que no es bonito. ¡VIVA LA PEPA!