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domingo, 2 de febrero de 2014

CONTRA EL CÁNCER SÍ SE PUEDE

Recién llegado de sus vacaciones de Semana Santa en Valencia, Javier Cuesta empezó a sentir molestias en sus partes genitales. Tras varias pruebas, el martes 23 de abril del 2013, Javier acude por cuarta vez en un mes al urólogo para saber los resultados de unos análisis. “Lo que no sabía es que ese día quedaría grabado para el resto de mi vida. Me dijeron que tenía cáncer testicular“, afirma.
“En lo primero que piensas es, ¿por qué a mí con 49 años?. También es muy difícil decírselo a las personas a las que quieres, mis tres hijos y mi mujer, pero el peor paso fue decírselo a mis padres pues ningún hijo quiere darles esa terrible noticia. Después de decírselo a todos mis seres queridos me sentí súper liberado. Te das cuenta de que quieres seguir adelante y que tienes que afrontarlo, esa es la manera de asumirlo”, dice Javier con seriedad.
Otra oportunidad para vivir
La sociedad suele asociar el cáncer con la muerte pero desconocen que en más de la mitad de los casos los pacientes consiguen curarse. Cuesta explica que el tiempo margen que él daría para hundirse son los tres primeros días: “Ese fue mi tiempo de asimilación, después había días en los que no me acordaba que tenía cáncer porque estaba convencido de que me iba a curar. Cuando te haces a la idea de lo que tienes, es como si no existiese el problema”.
Los pacientes que logran superar el cáncer son los que se lo toman con optimismo y consiguen tener un nuevo concepto de esta enfermedad. “Hay que aprender a vivir con ello y sobre todo en el siglo XXI, el cáncer es una enfermedad más”, explica. “Además, con el cáncer tienes una oportunidad de seguir viviendo, mientras que en otras situaciones no existe esa posibilidad”, añade.
El impacto emocional del cáncer es habitual entre los familiares a pesar de no sufrir los dolores físicos e internos por los que pasa el propio paciente. “Por eso Javier es un ejemplo a seguir, porque no dramatizó la situación y transmitió tranquilidad a toda la familia. Se le notaba que quería afrontar la enfermedad relajado y con naturalidad”, explica su mujer, Eva López.
Miradas cómplices
El 6 de mayo de ese mismo año, Javier Cuesta fue operado en el Hospital de La Moraleja, en donde le extirparon el tumor. Después tuvo que recibir seis horas al día de quimioterapia durante dos meses, excepto los fines de semana. “La quimio la afrontas expectante porque siempre que se habla de ella es como si fuese una catástrofe pero no es así”, afirma.
Son muchos los efectos secundarios los que produce la quimioterapia, entre ellos la caída del cuero cabelludo, algo que preocupó bastante a Javier Cuesta, quien afirma que al final fue lo menos importante e incluso le vino bien perder el pelo. “Antes de tener cáncer, al cruzarme con alguna persona que sabía que estaba enferma por su físico me santiguaba, y a raíz de lo mío he detectado a más personas así. Ahora, en lugar de santiguarme nos cruzamos miradas de complicidad como diciendo: sé lo que tienes y te comprendo”, continúa Javier con emoción.
Vuelves a nacer
En muchas ocasiones, los consejos que una persona le puede dar a alguien que haya pasado por su misma situación son los mejores. Por eso, Cuesta quiere hacerles llegar a todos los enfermos que contra el cáncer sí se puede: ”No hay que darle demasiadas vueltas a las cosas, lo primero que tienes que pensar es que te vas a curar y que tu vida va a seguir hacia delante, pero eso sólo son los primeros días, después hay que hacer vida normal y apoyarse en todo momento en la familia”.
El 8 de agosto marcó un antes y un después en su vida. Tras haberse hecho un TAC días antes, era el turno de ver los resultados. Admite que ese día llegó a pensar en la posibilidad de seguir con la quimioterapia e incluso tener metástasis. “Cuando el doctor me dio la enhorabuena, en cierto modo, volví a nacer”, recuerda con emoción.
Ese mismo día Javier celebró su recuperación con una cena en familia. La felicidad no duró apenas 24 horas, pues al día siguiente recibieron la terrible noticia de que su yerno tenía leucemia. “Es en ese momento en el que te das cuenta de que tu enfermedad comparada con la de él, es una mísera cicatriz. Tras haber superado un cáncer, nos vemos con fuerzas de seguir luchando y de apoyarle porque sabemos que va a poder contra la leucemia, está hecho un campeón”, concluye.